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La inteligencia artificial se está integrando en todas nuestras actividades poco a poco. Es el «un ordenador en cada casa» del siglo pasado o el smartphone personal de este. Como otras revoluciones, está cambiando el modo en que hacemos diferentes tareas.

¿Y si afectase al modo en que leemos? ¿O a lo qué leemos? La IA nació con la intención de realizar tareas humanas, y si por algo se caracteriza nuestra especie frente a otras es por dejar constancia escrita. Por eso no es del todo descabellado preguntarse si podría la inteligencia artificial escribir la próxima temporada de Juego de Tronos.

¿Inteligencias artificiales que traducen libros?

En la difícil tarea de hacer que un libro llegue a sus lectores podríamos establecer varios niveles, y resulta extremadamente complejo decir cuál de ellos requiere de más actividades humanas «avanzadas». ¿Escribirlo? ¿Traducirlo? ¿Pasar un corrector de estilo? ¿Editarlo?

Una de estas tareas, al menos, parece estar más cerca de la automatización, si bien sus resultados no son óptimos. La distribuidora japonesa Media Do lleva años trabajando en un traductor con inteligencia artificial que «vierta» libros en japonés a inglés. Una tarea que, por ahora, no parece sencilla.

La traducción de libros va más allá de coger una palabra, introducirla en un sistema de aprendizaje automático y esperar a que expulse otra palabra por el otro lado. Los traductores no solo convierten frases, sino que usan expresiones para trasladar conceptos, idiosincrasias y emociones. ¿Puede con ello una IA?

El problema no es nuevo. Un artículo de 1972 titulado ‘An artificial intelligence approach to machine translation’ ya mencionaba los escollos de la sintaxis. No obstante, hemos logrado muy buenos resultados para textos no literarios, en los que el adorno de las palabras no resulta un factor clave. Por ejemplo, en las guías.

El traductor IA DeppL traduce textos cortos a un lenguaje relativamente natural; Facebook y Twitter permiten traducir sus publicaciones mediante IA, y Microsoft Translator se integra a la perfección en teléfonos como el Huawei P20 Pro, que ni siquiera requieren conexión para funcionar, trabajando en local con un chip IA Kirin 970.

Redactar, una tarea humana parcialmente automatizada

En un paso previo a la traducción, el libro en cuestión ha de ser escrito. Probablemente porque integra un único idioma, es aquí donde se han realizado considerables avances en inteligencia artificial, con muchos ejemplos disponibles. En 2015 Oscar Schwartz dio la charla TED ‘¿Puede una máquina escribir poesía?’. Y resultó que sí que podían.

En mayo del año siguiente, investigadores del Google’s Deep Learning Arm Google Brain publicaron un paper muy interesante. Habían conseguido que su inteligencia artificial redactase poesía «digna de un vogón», una criatura fantástica que escribe particularmente mal:

No es García Lorca, pero también es cierto que es posible encontrar poesía escrita por un humano peor escrita. Además, un año después, en 2017, una editorial china llevó a las librerías el poemario ‘La luz solar se perdió en la ventana de cristal’. Este tiene como autor al software Microsoft Little Ice y contiene 139 de los mejores poemas de Ice. No todos los bardos humanos pueden presumir del respaldo de una editorial.

Debido a su programación, se atribuye al robot Ice «un estilo único y una voz propia». Eso mismo tiene George R.R. Martin cuando escribe su ‘Canción de hielo y fuego’, la serie de novelas best seller que inspiraron Juego de Tronos. Pero, ¿puede ser imitada esta «voz propia»?

Zack Thoutt intentó dar respuesta a esa pregunta. Este programador (y fan de la saga), viendo que el siguiente libro no saldría hasta dentro de mucho tiempo, decidió crearlo por su cuenta. ¿Cómo? Mediante inteligencia artificial y entrenamiento.

Su punto de partida es que la trama en los Siete Reinos podía ser «extendida» partiendo de los libros ya publicados. Escribió un algoritmo de inteligencia artificial y machine learning, introdujo las 5.376 páginas en inglés de la ficción de los libros y esperó a que la máquina devolviese el siguiente libro.

Juego de Tronos escrito por una IA

Después de «leer» todo lo que R.R. Martin había escrito, la IA escribió cinco capítulos más (en inglés) con varias curiosidades: Jaime Lannister mata a Cersei; Varis mata a Daenerys; Jon Nieve se descubre como Lannister; Sansa como Baratheon… ¡Ned Stark resucita! ¿Por qué no, si ya hay dragones?

El texto no tiene la calidad literaria de R.R. Martin, pero sin duda tiene su trazo para los giros inesperados. Es decir, con apenas 5.000 páginas la inteligencia artificial logró captar parte de ese «algo» que da a Canción de hielo y fuego lo que es. Parece que vamos por buen camino, aunque miles de páginas son muy pocas.

Para que un algoritmo de inteligencia artificial que use machine learningfuncione de forma adecuada, necesita ser entrenado previamente con millones de casos. Es así como las fotografías realizadas por los últimos modelos de smartphone de Huawei logran una optimización y estabilidad notables: con entrenamiento.

También es así como Netflix usó los datos de los espectadores para sacar algunos factores comunes que estos esperaban ver. Millones de datos señalaban a Kevin Spacey como un buen protagonista, a David Fincher como un director solvente, así como un drama político como la base sobre la que trabajar. De ahí nació ‘House of Card’ (2013). La serie fue un éxito.

¿Cómo de creativo es un algoritmo?

Partamos de otra pregunta: ¿Cómo de creativo puede ser un humano? ¿Puede ser más creativa una máquina que una persona? No, no hay respuesta a eso, de momento. Todo lo que podemos hacer son suposiciones, como el marco en el que trabaja cada uno. Si un robot no tiene piernas, no puedes esperar que camine, aunque puede avanzar si dispone de ruedas.

Si a un algoritmo le solicitas que escriba una novela de fantasía heroica y le «alimentas» con las obras de George R.R. Martin, raro sería que incluyese naves espaciales. Pero lo mismo pasaría con un escritor humano. Las máquinas son tan creativas como libertad les dejamos para trabajar o herramientas les damos.

Y en el extremo de la creatividad (humana y máquina) está el sinsentido, el disparate o la excentricidad. Eso es lo que demostró Jetson, el algoritmo de inteligencia artificial que redactó el guion del corto ‘Sunspring’ en 2016 «, inspirado» por cientos de guiones de ciencia ficción.

Sunspring es una obra que carece de sentido, probablemente debido a los pocos datos (cientos en lugar de millones) que recibió y a la alta dispersión entre estos. Es decir, que la mayoría de los guiones eran tan diferentes entre sí que obtener algo parecido a un patrón resultaba imposible.

El resultado es un sinsentido y, sin embargo, es un resultado. Las máquinas firman poesía, aunque esta no nos guste; redactan libros como Canción de hielo y fuego, aunque tengan errores sintácticos; y escriben cortos raros de ciencia ficción. Eso sí, quizás debamos preguntarnos si actualmente tiene utilidad.

Probablemente no, pero en su defensa podemos decir que la inteligencia artificial en la creación o cocreación de arte está en sus inicios. ¿Os gusta la música de la canción de arriba? Fue instrumentada por una máquina mientras Taryn (la mujer que sale en el vídeo) redactaba la letra y se grababa leyéndola. El resto, montaje incluido, lo hizo una máquina.

En la actualidad se están llevando a cabo multitud de proyectos de inteligencia artificial que prometen integrarse con nuestro ocio futuro. Disciplinas como la música (Taryn), series (House of cards) y libros (Canción de hielo y fuego) estarán involucradas.

Sin embargo, los usuarios estamos más interesados en qué puede hacer la inteligencia artificial por nosotros en el día a día. La IA del Huawei P20 Pro, que usa su chip Kirin 970 para traducir frases entre múltiples idiomas en tiempo real o ayudarnos a obtener fotografías espectaculares, son un buen ejemplo de bolsillo.

Imágenes | angeledu52aThomas Quine, Juego de Tronos, PxHere