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La inteligencia artificial se ha convertido en uno de los fenómenos tecnológicos y sociológicos de nuestro tiempo. Surgió como concepto asociado a la tecnología en los años 50 del siglo pasado, y tras varias décadas de evolución, ha calado profundamente coincidiendo con el entramado innovador actual.

La IA ha estado presente en el cine o la literatura desde los tiempos de HAL 9000 en ‘2001: Una Odisea en el Espacio’. Ahora incluso sabemos que el Halcón Milenario de la saga de ‘La Guerra de las Galaxias’ también tiene “carácter” e inteligencia tras haberse fusionado con el Androide L3-37. Más explícita es Jane, que aparece en la saga de ‘El Juego de Ender’ de Orson Scott Card como una IA que surge espontáneamente a partir de la “complejidad” de las redes de comunicaciones de ansible.

Por su parte, Shirka es la IA del Odiseus, la nave de Ulises en la serie de dibujos animados ‘Ulises 31’, mientras que TARS es el robot inteligente y con sentido del humor de ‘Interstellar’; y Winston, el asistente personal que protagoniza la última novela de Dan Brown, ‘Origen’.

Todos ellos son ejemplos de cómo la imaginación ha ido siempre un paso por delante de la ciencia y la tecnología. Pero con la inteligencia artificial parece que hay una variable con la que no contábamos: es capaz de desempeñar de forma autónoma tareas que ahora hacemos nosotros, en vez de ayudarnos a desempeñar tareas.

El matiz es sutil. Y esto no quiere decir que la IA sea más inteligente que nosotros: simplemente es más hábil en un número creciente de tareas, con un grado de complejidad también creciente.

Las funciones de la IA

Los ejemplos de IA que hemos mencionado anteriormente se caracterizan por desempeñar tareas de un modo autónomo y confiable, sin supervisión por parte de los seres humanos. De hecho, el “problemón” con HAL empieza cuando Bowman tiene que verificar si HAL funciona bien.

TARS, en cambio, es una IA robótica bastante realista en tanto en cuanto que su comportamiento nunca deja de ser artificial, aunque natural, colaborando en todo momento con Cooper. En otros casos, la IA se plantea como una especie de amigo: KITT en ‘El Coche Fantástico’, Jane en ‘El Juego de Ender, o incluso L3-37 en ‘Han Solo’. Por no hablar de Samantha en ‘Her’, capaz de convertirse incluso en amante de Theodore.

Algunas de estas funciones puede que sean adoptadas por la IA en el mundo real. Otras no. Hagamos un ejercicio de adivinación y veamos algunos ejemplos de funciones y habilidades que adoptará la IA en el futuro.

La IA como sexto sentido

Una de las habilidades de la IA es la de ser capaz de identificar patrones en imágenes, reconocer sonidos o incluso leer los labios. Es decir, tiene capacidad para «ver» o «escuchar». Esa capacidad para identificar patrones se puede extender también a elementos químicos, a través de “narices electrónicas”, o a lo que para nosotros es invisible pero para una máquina no, gracias a tecnologías de resonancia magnética, por ejemplo.

Hay muchas aplicaciones posibles en campos como la industria, la medicina o incluso en el ámbito personal. Para asistir a personas con discapacidad, como en el caso de los ciegos, la IA puede asumir el papel de lazarillo tecnológico. Y no solo a un nivel básico, advirtiendo de la presencia de obstáculos, sino también a un nivel «inteligente», identificando el contexto en tiempo real y notificando acerca de eventos complejos.

LA IA como asistente personal

Sin llegar al omnipresente Winston, la IA puede convertirse en un asistente personal excelente. De hecho, ya lo empieza a ser tímidamente a través de Google, Amazon, Siri o Bixby. De momento, es capaz de recomendarnos lugares donde ir, recordarnos un próximo viaje, organizar nuestros billetes de avión, avisarnos de un eventos, etcétera. Pero el siguiente paso se dará cuando cualquiera de ellos se anticipe a nuestros movimientos y tengan prevista una acción o una respuesta justo cuando la necesitemos.

Por ejemplo, una IA-asistente podría estar escuchando lo que sucede alrededor, identificando dónde estamos y preparar datos y respuestas útiles. Si estamos hablando de una película y dudamos sobre un actor, esta IA podría mostrar en pantalla en el móvil el reparto de la película sin necesidad de pedirlo .

La IA como teleoperador

Si hay una tarea que la IA parece que asumirá sin complejos, esa es la de teleoperador. Para cuando llegue el momento, puede ser una actividad que ya no se conozca por ese nombre, pero la esencia es la de hacer que la IA asuma un papel activo “hablando” con las personas al otro lado del teléfono o del chat que sea, sin supervisión humana directa.

Google Duplex demostró hace unas semanas su capacidad (en teoría) a la hora de hacer llamadas por nosotros para reservar una cena o un servicio en una peluquería. En la actualidad ya hay empresas como Cogito que van en esta dirección.

La IA como policía

El uso de cámaras de vigilancia es generalizado en los tiempos que corren, y es cuestión de tiempo que se usen sistemas de reconocimiento de imágenes y vídeos, junto con datos de tráfico, concentración de personas, reconocimiento de sonidos, etcétera, para identificar problemas de seguridad, tales como atracos, emergencias, episodios de desorden público o llamadas de socorro mediante gestos que se hagan delante de una cámara en la calle.

En tiempo real se podrían generar alertas y solicitar atención inmediata y en tiempo real. La privacidad es un punto delicado, por supuesto, pero un sistema así, bien gestionado en la parte de la privacidad, resultará muy útil, como ya ha demostrando Huawei en la ciudad de Shenzhen.

Otro aspecto donde la IA jugará un papel relevante es en la ciberseguridad. Ya en banca se usan tecnologías de IA para detectar fraudes a partir del análisis de los movimientos bancarios y las pautas normales de uso del dinero por parte de los clientes. La detección de malware a partir de la identificación de comportamientos maliciosos es otra tendencia en alza.

La IA como médico

Los avances en salud relacionados con la IA son notables. En campos como el reconocimiento de fotografías, el uso de la IA es esencial para identificar tumores y otras enfermedades a partir de sistemas de imágenes capaces de reconstruir la estructura de los tejidos internos.

Otro apartado interesante es el del análisis de datos recopilados por wearables o por sensores implantados en un futuro en nuestro cuerpo. Podrían identificar posibles derrames cerebrales, infartos y otras enfermedades a partir del análisis de patrones de conducta y parámetros tales como las pulsaciones, la respiración o la actividad física.

La IA como banquero

La banca está adoptando métodos de ML (Machine Learning) para relacionarse con los clientes. A partir del análisis de los patrones de actividad y movimientos en las cuentas bancarias, se puede diseñar un sistema que, en tiempo real, asesore a los clientes en cuestiones como el aplazamiento de una letra, el pago de recibos, la planificación de las vacaciones, etcétera.

Además, el análisis de los patrones de comportamiento de los millones de clientes de un gran banco permitirá recomendar estrategias financierasa otros clientes con perfiles o intereses similares a los de otros grupos de usuarios.

La IA como copiloto

La conducción totalmente autónoma parece que no está tan cerca como podría parecer. Pero la asistida sí es más viable. Una IA que nos avise ante irregularidades de la conducción, recomiende trayectos o velocidades de crucero se antoja posible. Además, hablaremos con esa IA de un modo natural y fluido.

Incluso es posible que esa IA tome el control del vehículo para optimizar su uso, mientras el conductor adopta un papel de supervisor de los modos automáticos habilitados en vías especialmente acondicionadas para una conducción asistida.

La IA como tutor

Las posibilidades de la IA en la educación son inmensas. Su previsible capacidad para identificar el contexto de una situación en tiempo real y ofrecer datos relevantes sobre todo tipo de materias que tengan que ver con ese contexto, es una habilidad potencial de la IA en el futuro.

Quizás, dentro de unos años, en vez de asignar tutores a los estudiantes, se asignen entidades basadas en IA, que verifiquen que se hacen los trabajos, respondan a nuestras dudas y propongan temas relacionados con nuestra formación.

La IA como compañera

Otro posible uso de la IA, un tanto complicado de articular, todo sea dicho, está relacionado con un aspecto afectivo y emocional. Una capaz de ofrecernos estímulos e interacciones positivas, útiles y personalizadas puede ser una potencial fuente de compañía.

El móvil ya es un elemento usado de forma generalizada cuando estamos solos en un entorno donde lo «normal» es estar acompañados. Y si el móvil es capaz de adoptar un comportamiento basado en una interacción proactiva, puede ser una compañía deseable y emocional. Es el supuesto planteado por la película ‘Her’, y no parece que sea ciencia ficción, ¿no?

Si un smartphone integra una IA que nos informe de forma proactiva acerca de qué grupo de música está sonando o va a sonar en un concierto, nos recomiende música para una situación concreta de forma espontánea, nos recuerde eventos similares que hubiéramos vivido o nos diga qué están haciendo en ese momento personas cercanas, es cuestión de tiempo que incluso se creen lazos de algún tipo con esa IA articulada a través del smartphone. Servicios como Pandora ya van en esta direccion de una IA «emocional». Pandora no está disponible aun en nuestro país, pero apunta maneras.

La IA como creadora

La inteligencia artificial es capaz de crear. No cualquier tipo de creación, sino aquellas para las que haya sido «entrenada». La música es un área donde ya empieza a haber resultados interesantes, por lo que es de esperar que en el futuro esta habilidad mejore y evolucione hacia fines más ambiciosos.

No sería de extrañar que hubiera todo un movimiento de creación «artificial» a partir de aplicaciones de IA, en campos como la música, la danza, la pintura o la fotografía.

Automatización contextual y en tiempo real

En general, la IA encontrará aplicaciones en campos donde se trabaje con el reconocimiento de patrones, sean del estilo que sean. Imagen, sonido, elementos químicos, etcétera. Es una tecnología capaz de «ver», «escuchar», «oler» a través de cámaras, sensores, etcétera, e identificar elementos «semánticos», aunque realmente no se trata de una semántica aprendida, sino integrada a través de un etiquetado previo o de un aprendizaje profundo, en el caso de que se trabaje con muchos datos y variables a la vez.

La IA se puede integrar tanto en dispositivos como los smartphones (como bien demuestran los terminales Huawei P20 y P20 Pro) como en máquinas tipo robot o sistemas industriales. Con todo, no estamos ante una inteligencia amplia, sino ante una inteligencia «estrecha» o «narrow», rápida y eficiente, pero solo en aquello para lo que se ha programado que lo sea.

Fotos | iSotck | HAL 9000 en Wikipedia | Computer Vision en Medium